Dos pueblos fundados entre los
siglos XVI y XVII “Quiebralomo y la Montaña”, al disputarse el territorio que
se extiende al pie del Cerro Ingrumá, se declararon mortal enemistad. Los
dos curas Párrocos, en histórica alianza logran unirlos fundando con ambos a
Riosucio en 1.819; de ahí el exclusivo diseño urbanístico basado en las
dos plazas principales a solo una cuadra de distancia una de otra.
Se considera que el seis de enero
de 1.847 los indígenas de la Montaña intervinieron por primera vez con sus
ritos del aborigen culto a la tierra en la fiesta de los reyes magos venida de
Quiebralomo; en esta se mezclaban desde antaño danzas y cantos de origen
africano con teatro sacro español y formas coreográficas de ancestro europeo y
surgieron entonces las “Diversiones Matachinescas” con leyes festivas que
ordenaban la reconciliación de los antiguos rivales.
No es un Diablo religioso, ni
tampoco es una fiesta anticristiana. El Carnaval no toca la religiosidad
de los hombres. Es un estado anímico heredado de la tradición cultural
aborigen y de la mezcla de culturas y razas que vivió la parte occidental de lo
que hoy se llama Caldas.
El Diablo es un espíritu inspirador
de muchas cosas como: la preparación de los oídos para la música y el cuerpo
para la danza. Es quién inspira a los escritores y poetas para fabricar
los versos y canciones. Es un espíritu bueno de la tradición, custodio
simbólico de la fiesta.
El Carnaval de Riosucio es la
demostración de la cultura de un pueblo, que se formó con la integración
indígena, la negra africana y la blanca europea, cultura muy especial que ha
tenido representantes en todos los géneros de la creación artística y
espiritual.
El Carnaval de Riosucio tiene lugar cada dos años alrededor del seis de enero y se halla estructurado como un extenso poema dramático escrito de manera colectiva por los “matachines” o carnavaleros de más honda mística y capacidad literaria.
El Carnaval de Riosucio tiene lugar cada dos años alrededor del seis de enero y se halla estructurado como un extenso poema dramático escrito de manera colectiva por los “matachines” o carnavaleros de más honda mística y capacidad literaria.
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